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Los principios fundacionales de la Facultad de Derecho. Su vigencia a 55 años de su constitución

La Universidad Panamericana en toda su extensión —me refiero a toda su comunidad académica— tiene una misión insustituible en los albores del s. XXI: ser transmisora de una tradición filosófica que con compromiso irrestricto busca incansablemente la verdad e intenta irradiar ese compromiso a todo el conocimiento científico. Esa tradición o paradigma (Khun, 2006) suele denominarse «realismo filosófico clásico».

En palabras del fundador de nuestra Institución, la “…Universidad —os decía en otra ocasión solemne como la que hoy celebramos— no vive de espaldas a ninguna incertidumbre, a ninguna inquietud, a ninguna necesidad de los hombres. Y su corazón vibra, apasionado, cuando las investigaciones —teológicas, jurídicas, biológicas o médicas— alcanzan la realidad sagrada de la vida.

 La Universidad sabe que la necesaria objetividad científica rechaza justamente toda neutralidad ideológica, toda ambigüedad, todo conformismo, toda cobardía: el amor a la verdad compromete la vida y el trabajo entero del científico, y sostiene su temple de honradez ante posibles situaciones incómodas, porque a esa rectitud comprometida no corresponde siempre una imagen favorable en la opinión pública”. (San Josemaría, 1966)

El desafío del jurista: justicia y compromiso ético

No por nada, Aristóteles afirmaría sin reserva —parafraseando a Teognis de Megara— que en la justicia está toda virtud en compendio, ya que para nadie es desconocido que el principal reto de todo jurista consiste en encontrar respuestas y soluciones justas a los casos concretos que le son sometidos a su consideración. De hecho, en uno de los momentos cruciales de su carrera ―al recibir el título profesional―, el novel jurista de nuestra Facultad promete “tened presente, ante todo, no emplear sus conocimientos si no en servicio de las causas justas desempeñando la importante función social de consejero y director de quienes no poseen la ciencia del derecho”.

No obstante, a partir de la Modernidad se expande en Europa un nuevo y peculiar modo de comprender y operar con el derecho que constituye un auténtico ‘paradigma’ (Kuhn) al que podemos llamarlo ‘dogmático, exegético, legalista o iuspositivista estricto o integral’ y, como era de esperar, se extiende e impera por América (Vigo, 2003). 

Se pierde así la práctica jurídica pre-moderna que consistía, primordialmente, en escudriñar en los hechos del caso concreto a fin de identificar la existencia de una o varias deudas, para luego, reconocer el ius (derecho) que se encontrase en juego y proteger a la persona a la que le fuera debido algo. Perdida esa dimensión sapiencial del derecho ―afirmará Paolo Grossi― el “simplismo y optimismo parecen las características más llamativas del jurista moderno confirmado por las certezas ilustradas.” (Grossi, 2003)

Tal disyuntiva en la concepción de lo jurídico, fue crucial para la fundación de nuestra Facultad, en el entendido de que habríamos de asumir el reto de formar juristas que se comprometieran con las premisas a partir de las cuales se reflexionaba el Derecho en el mundo premoderno y que pueden sintetizarse en las célebres frases de Tomás de Aquino o Gustav Radbruch, quienes al identificar leyes injustas se atrevieron a decir, el primero, que la ley que no fuera justa pareciera que no fuera ley, y el segundo, con mayor claridad, que la injusticia extrema, aunque fuera ley, no era derecho. Esta concepción de lo jurídico se denomina «realismo jurídico clásico» (Vázquez Gómez, 2018).

Fue, atendiendo al contexto comentado, que el doctor Jacinto Valdés Martínez (†), quien fuera uno de los más importantes impulsores del Posgrado de nuestra Facultad, so pretexto de una ceremonia académica en la Universidad Panamericana celebrada el 23 de septiembre de 2010, haciendo referencia a Alfonso X el Sabio, afirmaría que ese «célebre monarca altomedieval cuyos conocidos méritos y representación histórica proyectan de modo indubitable la tradición jurídica a la que pertenecemos como institución de educación superior y que, sin el más mínimo ánimo de agotar sus rasgos o perfiles, éstos se podrían compendiar en la siguiente nómina…»

Los principios fundacionales de la Facultad de Derecho 

De esta forma, nos legó una nómina de diez principios que, de manera consciente o inconsciente, nos permiten conocer los principios fundacionales de nuestra Facultad, al punto de que todos los juristas (docentes, estudiantes y egresados) de la Facultad de Derecho de la Universidad Panamericana llevamos en las venas y nos permiten distinguirnos de los demás, no sólo en el ámbito académico, sino, lo que es más, en el ejercicio de nuestra profesión: 

Primero.- Acepta con compromiso irrestricto la pluralidad de fuentes. Partiendo de dicha pluralidad encontrarás la respuesta razonable a los problemas jurídicamente relevantes que se te plantean.

Segundo.- Reconoce a los principios jurídicos como fuente privilegiada y no secundaria del derecho.

Tercero.- Acepta con inteligencia la relación incuestionable entre el derecho y la ética, sin generar uniones que confunden, ni distinciones que divorcian.

Cuarto.- Concibe y ejerce el derecho como una realidad prudencial jurídica, más que como una muestra de la ciencia entendida al modo positivista decimonónico.

Quinto.- Asume la argumentación jurídica como un momento real e indispensable del oficio del jurista, tal como se ha reconocido por todas las posturas realistas e incluso algunas que no lo son.

Sexto.- No agotes tu quehacer a la pura legalidad —al modo kelseniano—, busca la justicia en el caso concreto.

Séptimo.- Defiende la postura cognitivista, según la cual los bienes o valores pertenecen al mundo de la razón y no de la emoción, por lo que pueden ser objeto propio de argumentación.

Octavo.- Afirma la existencia de derechos pre-positivos que, por lo mismo, reclaman su más pleno reconocimiento por parte del legislador.

Noveno.- Concibe y reflexiona sobre el hombre desde los presupuestos clásicos, que son siempre optimistas: «el hombre es capaz y está llamado a un crecimiento irrestricto hacia la perfección».

Décimo.- Nunca olvides que el derecho es uno, pero en parte es natural y en parte es positivo.

Una herencia que inspira a nuevas generaciones

Estos principios nos permiten —a nosotros los juristas de la Panamericana— relacionarnos con los juristas clásicos, y advertir ─en palabras de Bernardo de Chartres─ que “…somos enanos encaramados en hombros de gigantes. Nuestra mirada puede abarcar más cosas y ver más lejos que ellos. No porque nuestra vista sea más penetrante y nuestra estatura mayor, sino porque nos ha elevado su altura gigantesca”.

De esta forma, los juristas de la Facultad de Derecho de la Universidad Panamericana, a los 55 años de su fundación, estamos convocados a que nuestra mirada—glosando a Chartres— pueda abarcar más cosas y ver más lejos que la de aquellos juristas clásicos; no porque nuestra vista sea más penetrante y nuestra estatura mayor, sino porque nos ha elevado su altura gigantesca. 

Parafraseando al poeta Antonio Machado, de lo que se trata es de que asumamos el reto de cosechar flores [jurídicas] nuevas en raíces [jurídicas] viejas.

Datos del autor:

Dr. Francisco Vázquez Gómez Bisogno

Secretario Académico de la Facultad de Derecho, campus Ciudad de México.

Profesor de Derecho Constitucional, SNII nivel I.